Escribir por escribir
Escribir por escribir (únicamente a un formato de distancia del hablar por hablar) es el corazón de cualquier texto, al menos en lo vomitivo, honesto. En esta época de confinamiento (aún más para quienes no podemos sostener una conversación digital sin fastidiarnos pronto) ya nos tragamos suficientes pensamientos. Los mandamos al segundo plano del existir que es el inconsciente (y luego esas ideas nos cobran factura en sueños, fijaciones, ansiedades o reflejos). Si no me diera pena contaría lo que soñé anoche, y se darían una idea. En fin, en el garabateo puede haber ideas con potencial pero esa no es garantía. Ni siquiera debería ser el propósito. Lo bueno, lo útil, sólo llega por añadidura si es que llega. ¿Entonces? Entonces no hay nada seguro, sólo un deseo de incurrir en el orden de las cosas y decir algo. Por eso escribo esto aquí y no en mi libreta de siempre. También vengo huyendo de las redes sociales que desde siempre he usado. Quizá el texto compromete menos la autopercepción que la imagen (así como el bajo grado de difusión/exposición es menos amenazador, aunque honestamente ya me viene dando igual). El texto también exige más. Hey, además aquí no hay anuncios (hagamos caso omiso de los dilemas éticos del big data, nomás por ahorita). En fin, es más fácil examinarse los intestinos que los sesos.